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Mostrando entradas de marzo, 2010

El sueño del caracol...

Hoy no voy a escribir la cuarta parte de mi relato (mis lectores tendrán que esperar un par de días más para saber qué pasa en El día más bello ) Hoy quiero compartir con todos vosotros este cortometraje que me ha llegado al alma: El sueño del caracol . No siempre las historias terminan bien, lo digo por experiencia propia. A veces nosotros mismos somos nuestro peor obstáculo. Siempre podriamos haber hecho más, pero el miedo no nos deja actuar. Hay que hablar de frente, y no dejar pasar el tiempo. Hay que sentir y transmitir ese sentimiento cada día, como si fuera el último día que vivimos... Aprendamos a saltar a la piscina más a menudo, a no pensar por los demás, a darle a la otra persona la oportunidad de decidir,que nunca nos queden la desesperación y la impotencia de pensar "qué habría pasado si..." Si fuera tu último dia en la Tierra, ¿qué harias? ¿Le dirias a esa persona lo mucho que la amas? ¿Te disculparias con esa persona que heriste? ¿Qué cosas pendientes le queda

El día más bello... (Tercera Parte)

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Salió del centro comercial contento y pensando en todo el trabajo que le quedaba por hacer, todavía tenía que preparar la comida y apenas quedaban tres horas para volverla a ver. Nervioso, se metió en el coche rumbo a casa. No la vio, apenas le dio tiempo a reaccionar frenando en seco. Lo siguiente fueron sirenas, ambulancias, gritos, gente... Todos se reunieron en aquel punto de la carretera. Todos estaban asustados, alborotados, tratando de buscar ayuda... Todos, menos él. No salió de su coche, ni siquiera se soltó el cinturón de seguridad. No se movía y no podía pronunciar palabra... ¿qué había pasado? Se despertó cansado y rodeado de cables. Estaba en un hospital, pero... ¿qué hacía allí? Llamó a una enfermera y, su explicación le dejó aturdido, sin entender nada... Había tenido un accidente hacía dos horas, un choque frontal con otro coche, no hubo fallecidos, pero ambos conductores estaban heridos. Por eso estaba en aquella habitación. Iban a dejarle allí hasta que los médicos es

El día más bello... (Segunda Parte)

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Llevaba esperando ese día desde que ella se marchó, y de eso ya hacía ya casi un mes. Quería que fuera especial, el día más bello para ella y, por eso, no dejó nada para la improvisación. Lo organizó todo al detalle, como a ella seguro le gustaría. Se lo merecía, se lo merecían los dos. Al fín se reunirían y, esta vez, sí que sería para siempre. Preparó algo rápido para desayunar y salió de casa. Tenía que hacer muchas cosas antes de que ella llegara, quería tenerlo todo bien organizado y que no se le quedara nada en el tintero. Cogió el coche dirección al centro comercial mientras repasaba el listado de cosas que tenía que comprar. Todo a su alrededor gritaba su nombre. En la radio sonaba su canción favorita, las calles vestían todas de blanco y la Navidad se respiraba en el ambiente. Todo parecía diseñado a su medida, era el escenario perfecto para el reencuentro, todo le recordaba a ella... No pudo evitar dejar caer dos lágrimas al pronunciar su nombre, cuando tuvo que indicarle a

El día más bello...( Primera Parte)

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Allí estaba, tumbado en la cama, recordando el momento en que la vio por primera vez. Habían pasado cuatro años y, desde entonces, nunca pudo dejar de mirarla. Aquellos ojos grandes, negros y redondos se quedaron para siempre marcados en su memoria y ya no volvió a ser el mismo. Jamás pensó en encontrarla, ni siquiera la buscó. Apareció de repente en su vida una mañana de domingo de abril y, si al principio pensó que no era el momento de que estuvieran juntos, ahora sentía que jamás la dejaría marchar. Quería cuidarla, quererla, protegerla, mimarla...; quería ser importante para ella, que se sintiera orgullosa de él. Junto a ella vivió los momentos más dulces de su vida, y también los más amargos. Como cuando se quedaron solos en casa, aislados y sin luz, debido a una gran tormenta. Ella tenía miedo y tiritaba de frío. Él estuvo toda la noche abrazándola hasta que se quedó dormida en su regazo. En ese momento descubrió cuánto la quería y se prometió a sí mismo que pasaría el resto de

La verdadera historia de la ranita de la suerte...

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Cuando se visita Salamanca, es obligado pararse durante horas frente a la fachada plateresca de su archiconocida Universidad para intentar encontrar la famosa " ranita de la suerte" entre un sinfín de adornos. Esta ranita, que aparece sobre una de las calaveras que decoran la fachada (la foto que veis la saqué yo misma este verano cuando visité la ciudad con mi hija y mi padre) es por sí sola uno de los principales atractivos turísticos de Salamanca. Las tiendas de recuerdos están repletas de ranitas y se ha convertido, en cierta manera, en el símbolo indiscutible de la ciudad charra. Pero, no todos conocemos la verdadera historia de nuestra querida amiga... La leyenda, y los guías turísticos, nos cuentan que el estudiante universitario que no consigue encontrar la rana suspenderá el curso, Esa era, hasta ahora, la "versión oficial" de la historia. Pero como todo, esto también tiene "su lado oscuro" y, es que, nuestra ranita no lo es tanto y resulta ser

Aquellos maravillosos años...

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Dicen que el progreso siempre es bueno. Que los años pasen es positivo, ya que vamos acumulando experiencias y adquirimos mucha sabiduría para enfrentarnos a la vida. Aprendemos muchas cosas, pero, a la vez, olvidamos otras. ¿Dónde quedan aquellos años en los que cuando nuestros padres nos reñían lo que ellos decían iba a misa ? ¿Cuándo, simplemente con una mirada de mamá, ya sabíamos que habíamos hecho algo mal y asumíamos sin rechistar nuestro castigo? ¿Dónde quedan aquellos juegos de "las cocinitas", "la comba", "el parchis" ...? ¿Aquellos parques repletos de niños divirtiéndose en los columpios? La de la foto soy yo cuando tenía tres añitos. Sí, ya sé que la decoración es del estilo "Cuéntame", pero es que ya han pasado más de tres décadas desde que mi madre tuvo la "brillante idea" de contratar al fotógrafo que me retrarara para "la posteridad" . Y si hace unos años mantenía esta foto guardada en el fondo más profundo

Una de princesas...

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A muchos os sonará la frase que da nombre a mi blog : ¡ Buenos días, princesa! Desde hace ya 13 años forma parte de nuestras vidas y , al oirla o leerla por ahí, enseguida la relacionamos con, la que hasta la fecha, es mi película favorita: "La vida es bella" ¿Recordáis con qué ímpetu, con qué alegría, con qué sonrisa y con qué ganas saludaba Güido a su enamorada Dora? ¿ Cómo le cambiaba la cara cada vez que la miraba? Para Güido, Dora era su princesa, no concebía pasar ni un sólo día sin ella. Por eso, todas las mañanas eran ¡Buenos días, princesa! La de la foto es mi princesa particular. Lo es desde hace 4 años y medio. Y lo seguirá siendo toda la vida. Todas las mañanas le repito al despetarnos: ¡Buenos días, princesa! Ella me mira extrañada y bosteza (del madrugón) y, acto seguido, me dedica una sonrisa. Y ya no puedo vivir sin ella. Necesito esa sonrisa para seguir, para tener fuerzas e ir a trabajar, para tener buen humor el resto del día, para, en definitiva, tirar d

A vivir nuevas experiencias...

Hoy empieza esta nueva aventura. Hoy me ha dado por crear este blog. El aburrimiento y el cansancio se han aliado para, inconscientemente, provocarme a que lo escriba. Me encantan las emociones nuevas, las nuevas experiencias... Soy de esa clase de mujeres a las que llaman "echá pa´lante". Así que aqui estoy, dispuesta a emprender este largo y misterioso viaje que ahora comienza. Gracias por querer compartirlo conmigo. Juntos veremos bellos paisajes y visitaremos lugares maravillosos. Juntos, también, experiemntaremos el lado amargo de la vida y buscaremos soluciones a esas cosas que tanto nos preocupan... Voy a empezar a hacer las maletas, nos quedan muchos kilómetros por recorrer, no hemos hecho más que empezar... ¿Me acompañas?