El día más bello... (Capítulo Final)



Pagó veinte euros al taxista y ni siquiera cerró la puerta al salir. Apenas recorrió unos metros cuando la vio. Podría reconocerla entre un millón de personas. Allí estaba ella, riendo, aplaudiendo y observando muy atenta la actuación de un mimo . Quiso acercarse y besarla, pero no lo hizo. Mejor no precipitarse, pensó.
Subió a su casa mirando de nuevo el reloj. No había dejado de hacerlo desde que salió del hospital. Sólo le quedaban diez minutos.
El corazón le latía muy rápido y apenas le salía aire para poder respirar.
El momento había llegado y lo tenía allí, rozándolo con los dedos. Decidió asearse un poco antes de que ella llegara.

Se lavababa la cara cuando el timbre sonó. Un escalofrío le recorrió el cuerpo. Todavía ni se había quitado el pijama del hospital.¡Qué nervios!
No podía tardar más, tenía que abrir ya. El timbre volvió a sonar.
Miró por la mirilla y la vio. Con su vestido nuevo, muy guapa y sonriente, tal y como la recordaba… Suspiró, cogió el pomo y lo giró. La puerta se abrió y también su corazón.
Los dos se miraron a los ojos. Durante décimas de segundo se quedaron quietos, no hicieron ni se dijeron nada, sólo se observaban mientras caían por sus mejillas varios pares de lágrimas.

- ¡Qué guapa estás, cielo! – le dijo él mientras la mirada embelesado.
- He ido a la peluquería para estar hermosa para ti- respondió ella muy orgullosa. Y, tirando la maleta al suelo, se abalanzó sobre él.

Le abrazó tan fuerte que terminaron los dos tirados en el suelo. Él se levantó y la invitó a entrar. Ella, entre risas, así lo hizo.

- Pero… ¡qué bonito está todo! ¿ Es por mi?- dijo ella mientras recorría la casa con la mirada.
- Claro que es para ti- respondió él- Quiero que te sientas la princesa de este castillo, la dueña de este paraíso y la protagonista de este cuento. Quiero que este sea el DÍA MÁS BELLO para ti.

Ilusionada, empezó a mirar los globos, las guirnaldas, los peluches… hasta que llegó a la tarta. Allí estaba, decorando toda la mesa del salón, en medio de las golosinas y los refrescos. “Bienvenida a casa, Laura” leyó. No pudo más que soltar una gran carcajada y mirarle.

- ¿Qué te ocurre? ¿Por qué te ríes?- le preguntó él extrañado.
- Nada PAPÁ, sólo que ¡creo que se te ha olvidado que no me gusta el merengue!

Comentarios

  1. Definitivamente una historia preciosa, sabía que no me defraudarías, porque nunca lo haces. Me ha parecido al final una tierna historia, sinceramente me ha gustado muchísimo. Gracias.

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